Nuestros Ancestros y el consumo de Té

El Té como afrodisiaco en las culturas prehispánicas

Mucho antes de que llegara el té asiático a América, las culturas prehispánicas ya conocían el poder de las plantas y el arte de preparar infusiones con fines medicinales, ceremoniales y espirituales. Aunque no se trataba de la planta del té (Camellia sinensis), estas bebidas cumplían una función similar: calmar, sanar y conectar con la naturaleza.

Los mayas, los aztecas, los incas y muchos otros pueblos originarios empleaban hierbas, flores, raíces y cortezas para preparar brebajes que aliviaban dolencias, estimulaban el cuerpo o facilitaban estados de conciencia. Por ejemplo, los mayas usaban infusiones de hojas de cacao, achiote o flor de mayo. En el altiplano andino, los pueblos quechuas y aymaras preparaban infusiones con hojas de coca para combatir el mal de altura y el cansancio.

Entre los mexicas (aztecas), el uso de plantas como el copal, el cacao, el toloache o el cempoalxóchitl (flor de muerto) estaba ligado tanto a la medicina como a los rituales religiosos. Estas infusiones no solo trataban el cuerpo, sino que formaban parte de un universo simbólico en el que cada planta tenía un espíritu, un propósito y un mensaje.

Estas bebidas eran conocimiento, herencia y vínculo con la tierra. Eran la ciencia de los sabios, los curanderos y las parteras. Eran, en esencia, un “té” ancestral que conectaba el cuerpo con el alma y al ser humano con la naturaleza.

 

Hoy en día, muchas de estas tradiciones sobreviven en comunidades indígenas que aún preparan infusiones de plantas locales como remedio y como ritual. En cada sorbo, se conserva una historia milenaria, tejida con hojas, fuego y sabiduría.

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